Anaïs Nin escribía:
“No sabe lo que se pierde por su observación microscópica de la actividad sexual, excluyendo los aspectos que son el combustible que la enciende: intelectuales, imaginativos, románticos, emocionales. Esto es lo que le da al sexo su sorprendente textura, sus transformaciones sutiles, sus elementos afrodisíacos. Usted reduce su mundo de sensaciones, lo marchita, lo mata de hambre, lo desangra”.
Henry Miller decía que Anaïs era especial...
“especial porque carecía de conciencia de culpa, especial porque podía vivir cualquier situación sin inmutarse”.