Resulta, resulta, resulta…
¿y qué es lo que resulta
de empezar a tachar línias
con aras de encontrar
a saber qué palabras sin tachar,
-porqué así lo has escogido-,
hasta el punto de sentir
que te gusta
e incluso asusta?
¿ A dónde arriba la locura
si por empezar a escribir
sobre aquello en lo que me roneo
me desvío del tema hablando
de lo ineludible e incomprensible,
lejos del alcance de los niños,
y a expensas de la gratitud
de los comensales,
que debidamente aposentados,
observan el elenco de actrices interiores,
alardeando éstas de cualidades expresivas,
y seduciendo al selecto público,
que alicatado hasta morir se estremece
ante tan decorosa actuación
instando a las actrices al destape
y al desmadre de sus almas
y sus cuerpos
dejándose llevar
por lo que llaman
deseo.
-Onirismos I-